Clase dominante quiere convertir a Costa Rica en una finca
Tal y como circuló en días pasados, el diputado José María Villalta, del Frente Amplio, anunció que tiene pensado iniciar un proceso de rendición de cuentas y diálogo con la ciudadanía a comienzos del próximo año.
“Tenemos pensado realizar visitas casa por casa y encuentros en las comunidades para que la gente pueda informarse sobre todo lo que hemos hecho en el Parlamento. Queremos dialogar cara a cara con la gente”, manifestó.
La noticia no deja de ser en sumo alentadora, en medio de la desesperanza en la que nos encontramos.
Si ya de por sí los últimos acontecimientos habían sido indicativos del estado de descomposición en el que se encuentra nuestro sistema político (vetos presidenciales, ley mordaza, represión policial, no relección del magistrado Fernando Cruz y un larguísimo etcétera), los hechos en torno al indulto presidencial al finquero Arias, ponen sal en la herida de la ya de por sí mancillada y muy vilipendiada democracia costarricense.
Los hechos
A raíz de las gestiones del diputado Manrique Oviedo, del Partido Acción Ciudadana (PAC), la presidenta de la República, Laura Chinchilla, otorgó la semana pasada un indulto en favor de Bernal Arias, un finquero de la zona norte que había sido condenado a 20 años de cárcel tras haber disparado a matar a un joven de 13 años.
Arias disparó al menor por haberse “robado” unos limones que estaban dentro de su propiedad.
El finquero en su momento apeló la sentencia, pero ante la poca solidez de sus alegatos y la contundencia de las pruebas en su contra, la propia Sala III reafirmó más bien la vocación asesina de Arias. El propio Instituto Nacional de Criminología, órgano técnico especializado, recomendó no otorgar el indulto a Arias tras las gestiones de Oviedo, pero al parecer estas no fueron razones suficientes para evitar la decisión de la mandataria.
Informado sobre los hechos, Ottón Solís, líder del PAC, manifestó su solidaridad con Oviedo y felicitó a Chinchilla por la decisión de otorgar el indulto. Francisco Chacón, secretario de Propaganda del Gobierno, justificó los disparos de Arias, al tiempo que ya comenzó a impulsar una campaña propagandística a través del sitio Youtube para justificar al asesino.
Así las cosas, lo cierto es que la élite político-hegemónica que gobierna el país al parecer ha cerrado filas a favor del indulto y la impunidad.
Aquí la pregunta es: considerando el actual estado de cosas, ¿otra cosa podía esperarse?
¡Mujeres y niños primero, la democracia bajo asedio!
Hace ya algún tiempo, en sus reflexiones, el compañero José Merino nos alertaba sobre el carácter patrimonial que estaba asumiendo el Estado costarricense en el contexto del neoliberalismo.
La privatización del Estado en sentido amplio, su secuestro, ese proceso que vemos todos los días en el que de manera acelerada instituciones públicas, partidos políticos y poderes de la democracia, por igual, son sometidos al férreo control y el dominio de los poderes fácticos y las élites dominantes.
El vaciamiento de lo público. Costa Rica entendida como una finca.
De esta manera, la manipulación de la justicia en favor de los intereses privados (como vemos en el caso de Arias) se suma a la promoción del autoritarismo que ya de por sí venía impulsando la élite político-económica que gobierna el país, tal y como señalamos en nuestro último informe de coyuntura (Véase:http://elpais.cr/frontend/noticia_detalle/3/75187).
En este marco, la promoción del autoritarismo viene “en combo” con la creciente naturalización de la “anti-política” entre la población y la derechización significativa que ya de por sí viene experimentando el espectro de lo político en el último tiempo.
Así las cosas, el establecimiento por parte de la presidenta Chichilla de una línea entre “buenos” y “malos” en Costa Rica, no es sino una más que una expresión de dichas tendencias.
Como bien se sabe, dividir la sociedad en “buenos” y “malos” es una práctica característica de las dictaduras y ajena a los valores de la convivencia democrática.
Desde esa lógica amigo/enemigo todas aquellas personas que para la presidenta representamos una “amenaza” a la familia, las “buenas costumbres” y el orden establecido (sindicalistas, estudiantes, ecologistas, feministas, gais, lesbianas y demás escoria) no somos “ciudadanos”, sino que somos el “enemigo”, la “amenaza exterior”.
Ese es el mensaje que la presidenta quiere mandar, de manera que de ahí a calificarnos como “terroristas”, hay apenas un paso.
Esto explica el que Chinchilla justificara la represión policial del pasado 8 de noviembre frente a las instalaciones de la CCSS, al tiempo que promoviera una alianza (tácita) entre los diputados del PLN y los sectores “pro-vida” en la Asamblea, con la finalidad de bloquear en el Parlamento el proyecto de sociedades de conveniencia entre personas del mismo sexo.
No se trata de fenómenos casuales
Si con Óscar Arias por lo menos teníamos “dictadura en democracia”, con Laura Chinchilla lo que tenemos es la forma más burda de ejercer el poder, sin ninguna clase de mediación.
“Dominación sin hegemonía”, como nos recordara otra vez el maestro José Merino hace apenas algunos meses haciendo suya la cita de Antonio Gramsci, teórico y político italiano.
Las élites dominantes en nuestro país parecen tenerle fobia al debate de ideas y a la democracia. Estamos gobernados por una mafia cuyo padecimiento es el autismo, que ha equiparado la política al arte de la celebración de fiestas privadas.
Patéticos “ágapes” en donde los comensales, alrededor de los “tamales”, sustituyen al Parlamento y gestionan la tramitación de los favores políticos. Como en el caso de Arias.
Ya no les interesa dialogar con la ciudadanía, para eso tienen el dinero.
Por esta razón, precisamente, es que iniciativas tales como las del diputado Villalta son tan loables, ya que de alguna manera lo que buscan es devolverle la política a la gente.
La democracia entendida como poder del Pueblo.
Sin duda, la clave para recuperar la esperanza en que las cosas serán mejores pasa por demostrarle a la ciudadanía que sí es posible hacer las cosas de manera diferente. Con decencia y de frente con la gente, y no mediante la política de los pactos y las cuatro paredes.
En buena hora y felicitaciones para el diputado del Frente Amplio.
(*) Politólogo UCR
Enviado por: Héctor Solano Chavarría .- Costa Rica
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